lunes, 8 de abril de 2013

DESNUDA INTEGRIDAD


Durante varios meses una pregunta ronda mi cabeza de manera incesante y mi desesperación se incrementa día tras día al no ser capaz de hallar una respuesta: ¿por qué ser yo misma duele tanto? A mis casi 27 primaveras me he dado cuenta de que con el paso del tiempo cuanto más fiel me muestro a mi persona y a mis principios, más punzante es el dolor que me provoca la realidad del mundo. Son muchos los que me dicen una y otra vez que mi error radica en pensar que ese mundo que yo anhelo existe. Bajo las máximas del respeto, la confianza y la comunicación tengo cimentados todos mis valores morales que siempre están sustentados por la verdad. ¿No existen personas de verdad?, ¿no es posible sentir y vivir un amor verdadero?, ¿no existen los amigos de verdad?, ¿no es posible vivir la vida de manera honrada y fiel a uno mismo? Parece ser que no. Y lo peor de todo parece que tan sólo soy una demente por pensar que puede ser posible. Cierto es que vivimos en un mundo corrupto por la mentira y envenenado por el interés que lleva a las personas a convertirse en despiadados depredadores de sus iguales donde nada importa, donde el fin siempre justifica los medios aunque conlleve perder cualquier atisbo de moralidad para alcanzarlo.

Personas sufriendo profundamente y aquellos llamados amigos, no hacen nada más que formar parte de un teatro gratuito que si bien no hace bien a ninguno de ellos, pues como toda obra dramática es falsa, contribuye a mantener ese falso y claramente hipócrita ambiente de normalidad. Todo vale con tal de que aparentemente todo parezca extraordinario. Atreverte a decir la verdad supone romper esa alianza de amistad pues conllevaría traición y ausencia de moralidad. Sí, hasta este punto hemos llegado: es más “correcto”, aunque yo lo llamo interesado, no decir la verdad, no enfrentarse a las situaciones con honestidad y que cada cual responda de las consecuencias de los actos consumados. No interesa enfrentar la verdad porque ya no importan los valores reales como el categórico respeto a la persona apreciada, sí,  a esa persona a la que muchos pese a todo siguen llamando “amigo” aunque formen parte de ese circo de bufones, títeres y payasos donde los sentimientos verdaderos no tienen cabida ya que suponen el desenmascaramiento del cómodo interés de la apariencia. Hace varios años leí una obra de teatro que me encantó, pero que a día de hoy aprecio aún más ya que entiendo por completo su significado. “Porque en la vida más vale crear intereses que crear afectos”, ésta es la moraleja del drama “Los intereses creados” de Jacinto Benavente donde todos los personajes movidos por sus interesadas pasiones acaban siendo presas y víctimas de la mismas abocados a un final trágicamente amargo. Tan sólo se salvan dos personajes, curiosamente aquellos que comparten las mismas creencias y valores que yo todavía no he desistido en defender. Y, desafortunadamente, aunque son las menos, aún hay personas en el mundo que creen y defienden férreamente estos valores. En el año 2006 comencé de casualidad, como las mejores cosas de la vida, a ver una serie que ha cambiado por completo mi vida. En ella el amor, la amistad, el respeto, la solidaridad la superación y realización personal sin perder la integridad y la dignidad pueden con las traiciones, con los desengaños, con el dolor de la pérdida terrenal y sobre todo con el interés y la mentira. ¡Cuánto he aprendido de mis cincos chicos de Tree Hill!, pero lo más grandioso es que por las calles veo y tengo el placer de conocer a personas con otros nombres y apellidos pero con la misma grandeza humana. Hay muy pocos pero existen. Son reales, como reales son todos los valores que me sigo empeñando en defender. Se han reído muchísimas veces de mi por creer en todo esto  así como en la esperanza que proyecta en mi la música que escucho de personas a las que realmente también admiro como seres humanos. Casi siempre he sido la nota discordante de toda comparsa, la que creía en cosas distintas al resto y se mostraba orgullosa de ello a pesar de ir a contracorriente. El bicho raro. Nunca me ha importado ser diferente en una sociedad que busca que los hombres sean clones los unos de los otros y donde si te sale de la “norma” establecida quedas condenado a la marginación. La gente teme todo lo que es diferente, pero sin embargo, sólo aquel que es diferente tiene algo que mostrar. Afortunado serás, si eres capaz de apreciarlo, de encontrarte en tu vida con alguien realmente diferente. Tengo la increíble suerte de conocer a varios de ellos. Y son las mejores personas que jamás he conocido. La última de ellas tuve la suerte de empezar a conocerla hace unos meses. Y casualmente fue a raíz de unas de las más hirientes y trágicas experiencias personales que he afrontado en mi vida. Nos pusimos a hablar, a pesar de que todos aquellos asiduos al espectáculo circense jamás pensaron que esa situación tendría lugar, y lo que descubrimos fue mucho más que un saco repleto de mentiras y de juegos maquiavélicos nacidos de la manipulación que durante un tiempo nos mantuvo anuladas: el encuentro de dos iguales. Habían llegado a la misma situación después de haber pasado por frustraciones idénticas porque pese a haber sido títeres presas del mayor encantador de serpientes, en su interior jamás les pudieron arrebatar su esencia. Y fue ésta quien les salvo de aquel circo del que no quisieron formar parte más. Cuando se dieron cuenta de que alrededor todo el mundo vestía una máscara menos ellas, decidieron que no querían vivir más rodeadas de la apariencia fantástica que siempre viste de gloria al payaso hasta que los focos se apagan. Y en ese encuentro doloroso donde creyeron que ya todo lo habían perdido se dieron cuenta de que habían ganado más de lo que podrían imaginar: reencontrarse a si mismas, aunque se sienten perdidas, y reforzar sus cimientos. Encontraron luz en la más profunda oscuridad, hallaron la verdad enterrada bajo miles de mentiras. Sin embargo, es muy difícil vivir de acuerdo con esos ideales en la ficción teatral que rodea su entorno. Despecho, desesperación e incluso locura son los diagnósticos que suelen recibir estas personas por parte de los titiriteros. Y sin entrar en el debate de quienes son los cuerdos y quienes los dementes, tomaremos como todo un elogio la etiqueta de locos, ya que las mejores personas que conozco son aquellas que vistas a ojos ajenos son tachadas de insanas.

Lo más importante en esta vida es vivir en paz con uno mismo, quien quebrante esto vivirá como un alma condenada toda su existencia. Quizás no estoy hecha para vivir en nuestro mundo actual donde a mi personalidad vulnerable la mentira y el interés hieren de tal forma que me han hecho llegar a perder la esperanza en el ser humano, ahogándome en un estado de decepción permanente. De cualquier modo, el seguir encontrando por el camino personas especiales que siguen luchando por ser verdaderas me aporta las fuerzas suficientes para defender mi integridad. No todos quieren formar parte del espectáculo ni como monos de feria ni siquiera como espectadores. Aún quedan personas que prefieren salirse de lo “correcto” para hacer lo “incorrecto” en este mundo egoístamente interesado. Y aunque pueda más valer convenientemente crear intereses que afectos, sólo aquellos que crean afectos por encima de todo se salvan de acabar siendo presas de esta depredadora sociedad interesada que tanto se empeña la mayoría en alimentar. El vestido hace al hombre o más vulgarmente el disfraz hace al payaso. Una vez más para ser la nota discordante prefiero ir desnuda, sin artificios, sin apariencias que intentar vender.
Pues, en este circo al que la vida nos invita  a participar todos los días,  puedes elegir quien ser. Y aunque la mayoría de los días sienta que no encajo en este espectáculo decepcionante, e incluso sin respuestas a todas mis preguntas, siempre elijo ser yo. Para bien o para mal. Etiquétenme como quieran

Todos somos frágiles y algunos en esa fragilidad encontramos el resquicio de esperanza suficiente para intentar alzar de nuevo el vuelo. Aunque estemos heridos,  perdidos y desesperanzados debemos continuar, aprender de nuestros errores. Tenemos que luchar, no rendirnos. Lo tenemos que intentar. 





4 comentarios:

  1. Maravilloso, sin palabras, increíble...

    Somos las detractoras del circo creado. Hace tiempo que ya no somos público, y nunca intentamos ser el bufón. Eso es, principalmente, lo que te hace especial. Eres suficientemente fuerte como para ser detractora, estar orgullosa de ello y seguir luchando contra viento y marea.

    En el fondo, la envidia es lo que hace actuar al bufón, la mentira lo que hace que el público aplauda, y el cinismo la base del espectáculo.
    Pero tú estás por encima de todo eso. Vales más que todo eso. Y puedes levantarte cada mañana con la cabeza bien alta y sintiéndote orgullosa de ti misma. Porque lo mereces.

    Cuando decidimos quién queremos ser en esta vida, solo existen estas tres opciones y tu elegiste la más valiosa de todas, es por eso que me alegro de estar a tú lado y compartir toda esa fuerza. Y si, es cierto que nos conocimos en el momento más duro, en el que estábamos hundidas en nuestro propio agujero. Pero también es cierto que entre las dos hemos conseguido salir de el, y levantarnos de las cenizas cual ave fénix. Me alegro de haberme levantado contigo! :)

    Te dejo con mi frase estrella:
    “A lo largo de mi vida he dejado pedazos de mi corazón aquí y allí y ahora apenas me queda el suficiente para seguir viviendo, pero fuerzo una sonrisa sabiendo que mi ambición sobrepasaba mucho a mi talento.” Blow

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  2. Gracias por tus palabras de verdad. A ellas sólo puedo decir: amén. Y gracias por todo de corazón.
    Gracias por la frase, muy cierta ;)

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  3. Creo que nadie tiene derecho a juzgar a nadie. Y creo que todas las personas que tenemos integridad o que intentamos hacer las cosas correctamente o, al menos, dejandonos guíar por nuestro corazón, en este mundo podrido, la mayoría de veces salimos perdiendo. Bien lo sé yo, he perdido mucho por no dar a torcer en lo q creo, y se sufre mucho, pero una persona sin principios no es nada. Y a veces aún pienso que quiero que todo y todos me de, me deis igual, y lo que hagan, pasar y solo preocuparme por mi, pero esa no soy yo.
    Pero aún pienso que ser buena persona merece la pena, que al final tiene su recompensa, aunq sea para uno mismo, y que quien no sabe ver la belleza, la bondad y lo mejor de los demás, solo merece mi tristeza.
    Un beso, cuídate, y me alegro que tengas quien te entienda, siempre lo has tenido.

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  4. Muchas gracias por tu comentario, es realmente bonito y ante todo cierto. Es verdad que se sufre mucho yendo a contracorriente de este mundo de farsas repleto de titiriteros y su títeres, pero no hay nada peor en la vida que perderte a ti mismo, negarte y convertirte en alguien que tu propia naturaleza. Quiero pensar que para este tipo de personas, en algún sitio y en algún momento habrá algo verdaderamente merecedor de su valía.

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