jueves, 13 de diciembre de 2012

AMOR VERDADERO


"Hace poco leí que con 50 años habremos conocido a lo largo de nuestra vida a unas 20.000 personas. Entonces, tras hacer una regla de tres, me di cuenta de que una persona de 25 años habrá conocido aproximadamente a unas 10.000 personas.
Pongamos que la mitad de esas personas, es decir, 5.000, son hombres y la otra mitad, mujeres. Supongamos también que de esos 5.000, sólo un cuarto está dentro del margen de edad en el que se incluyen todas las personas con las que podríamos tener una relación. Es decir, descartamos tres cuartos, donde se encontrarían las personas de las que nunca podríamos enamorarnos (niños, familiares cercanos, ancianos…).
Nos queda el siguiente número: 1.250, pero redondeando, pongamos unas mil.
De todas esas personas nos enamoraremos de una sola. Por ello, estamos hablando de UNA posibilidad entre mil, y a su vez, esa persona se enamorará de una sola  persona entre 1.000. De esta manera, la probabilidad de que esa persona de la que uno se enamora sea precisamente la persona que se enamora de uno, es, según las matemáticas  una posibilidad entre un millón. Y esto es mágico porque el hecho de amar a alguien es toda una fortuna, pero si eres afortunado, la persona más afortunada, aquella persona a la que amas decidirá corresponderte.
Así que, si se diera esa improbable situación de poder estar con la persona que quieres, si el destino ignorase 999.999 otras opciones y convirtiera esa probabilidad que había entre un millón en un hecho, en una realidad. ¿Qué sentido tendría no aprovecharla? ¿Qué más da lo que venga luego? ¿Qué importa lo complicadas que sean las circunstancias? ¿Por qué dejar que el miedo nos convierta en prisioneros de nosotros mismos y nos impida sentir y vivir? Por qué no luchar por ello, sí lo más difícil, lo que tenía una posibilidad entre un millón de ocurrir, ya ha ocurrido"

 Ayer nada más entrar en la red social Facebook me encontré con este texto en el muro. Mientras lo leía por mis ojos iban cayendo lágrimas cargadas de una mezcla de alegría, tristeza,  vergüenza y lamento. Me resulta verdaderamente paradójico como el ser humano una vez que tiene la más anhelada e incalculable fortuna de encontrar a alguien que sencillamente trastoca su mundo es capaz de echarlo a perder.  Solamente hay dos maneras recurrentes de derivar en ese indeseado final que la gran parte de las personas tiene la desgracia de vivir. En ambos casos el protagonista es el mismo: el miedo. Sí, por un lado, tenemos el miedo a que pueda salir mal, el pánico a que esa persona nos haga sentir tan especiales que el solo pensamiento de entregarle nuestra persona nos aterroriza. En estos casos lo que se produce es la renuncia al amor. Por otro lado, y este caso es mucho más peligroso, está el miedo enmascarado. Éste nos permite en principio entregarnos sin embargo, sin darnos cuenta nos hace prisioneros de nosotros mismos llegando al punto de anulación personal. Esto es, el intentar entregarle tu persona a alguien pero sintiendo que no eres ni serás suficiente, que no saldrá bien. Y por supuesto, no sale bien. En el momento que dejamos que el miedo se apodere de nosotros, dejamos de ser nosotros mismos, para pasar a ser simples y manipulables marionetas de un sentimiento cobarde. Y es que en ambos casos el fracaso ha sido por una misma razón: la ausencia de valor. Se entiende que el mundo está hecho sólo para los valientes y por supuesto que sólo aquellos que se arriesgan de verdad por lo que quieren y lo que sienten, que luchan con todas sus fuerzas por lo que desean sin miedo, son los únicos que lo lograrán todo. No debemos olvidar que sólo se puede ganar todo habiéndolo perdido antes. Quien acepta una apuesta ha tenido que desprenderse de ese bien antes de tener la oportunidad de ganarlo o perderlo para siempre. 

Y esta reflexión puede resultar demasiado profunda o existencial para algunas personas, pero aquellas que han conocido más de un amor, las que entonces han sentido de maneras diferentes y discriminado después los distintos niveles de amor existentes, saben lo que significa que un día llegue alguien y te haga sentir algo que no sólo no habías sentido antes, sino que ni  creías ni imaginabas capaz de experimentar. Se piensa que uno puede enamorarse en varias ocasiones, y hay quienes creen que es posible estar enamorado hasta de más de una persona a la vez. Ciertas o no las anteriores premisas, lo que sí es cierto es que tan sólo te enamoras realmente de una única persona. Y cuando la conoces, te das cuenta que lo que sentiste antes o incluso después (en la situación de que hayas perdido a la persona de tu vida) no tiene nada que ver con ese sentimiento de éxtasis, de ilusión, esas mariposas continuas en el estómago, esos sueños despierto, esa manera de paralizarte el mundo que consigue la otra persona con tan sólo exitir.
Y estas personas, a las que la vida un día les regaló a alguien que cambió el sentido a todo, son las que sienten escalofríos y una profunda tristeza al leer este texto estadístico, algo que en principio no muestra más que unos meros e incluso absurdos cálculos donde se pretende relacionar a una ciencia exacta como son las matemáticas con la mayor fuerza de valor incalculable que existe: el amor. Y es que no hay nada más inexacto que el amor. Sí, tantas veces nos empeñamos tanto en calcular y calcular que nos perdemos haciendo números que no nos llevan a ningún sitio más que a la desesperación y a la frustración. En el amor no se trata de echar cuentas, porque nada, NADA va a salir como se espera, y ahí radica su fascinante magia. ¿Quién sabía que esa persona única aparecía en ese momento en el que irrumpió? No se puede saber al igual que no se puede pretender dirigir el desarrollo del amor que se decide compartir. Se trata de vivir lo que se siente y para ello hay que ir desprovisto de control alguno. No hay que dejar que el miedo se embarque con nosotros en este viaje porque él indudablemente lo dirigirá y lo consumirá todo. 
Pero existen personas que, incluso cuando el miedo ha llegado a tomar el control y  a casi destrozarles, siguen adelante. Son capaces de aprender de ese tremendo error de permitir que el miedo decida y destruya por ellos. Son capaces de sobreponerse a todo eso y luchar por ser mejores personas: sin miedo. Perder lo que tu corazón desea es trágico, pero conseguirlo es todo y lo único a lo que puedes aspirar. Estos luchadores cuando encuentran realmente a esa única persona siempre lo conseguirán. Sí, porque pase lo que pase no renunciarán a sus sentimientos, se sobrepondrán a sus propias excusas alimentadas por el pánico, lucharán a pesar de los obstáculos y vencerán al miedo. Las personas que están destinadas a estar juntas siempre encuentran su camino al final. No tengo ninguna duda de ello.  Pero para ello, sólo hay que creer en el amor verdadero, en el amor a primera vista. Creer que el amor lo puede TODO.



 
"Siempre va a ser así, ¿verdad? Tú y Yo"